PARA MIS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS DOCENTES. POR LA INCLUSIÓN EN EL AULA
A pocos días
del nuevo curso escolar, quiero dedicar esta entrada a mis queridos compañeros
y compañeras del que ha sido mi centro de trabajo durante 21 cursos escolares,
el C.E.I.P. José de la Vega, a los que continúan
y a los que se fueron. Después de iniciar y compartir en este maravilloso colegio mis principios
metodológicos de inclusión en la aulas, me despido, hago un cambio en mi
trayectoria docente, voy a trabajar en E. Secundaria, aunque no es nuevo para
mí, ya que mis primeras experiencias inclusivas, o de “integración en el aula
ordinaria” como lo denominaba por aquella época, fueron en esta Etapa Educativa
y en este mismo centro.
Son muchos los cambios legislativos que se han
producido desde que llegué a este centro en Septiembre de 1994, comencé
atendiendo al alumnado de 1ª Etapa (1º a 5º de Primaria) y 2ª Etapa (desde 6º
hasta 8º), ya que el de E. Infantil era exclusivamente atendido por los Equipos
de Atención Temprana, después pasé a trabajar con estudiantes de E. Primaria y
1º ciclo de la E.S.O. , luego el centro
pasó a ser de Educación Infantil y Primaria y la atención a los alumnos con
necesidades educativas especiales se amplió a la Etapa Infantil …..Esta
referencia sobre los cambios en el Sistema Educativo que ha habido desde que me
incorporé en este centro, son una somera pincelada con el objetivo de dar a
conocer que estos cambios poco o nada influyeron en nuestro objetivo:
Incorporar a los alumnos con necesidades educativas especiales en la actividad
del aula ordinaria y enseñarles a convivir con sus iguales y viceversa.
El
reconocimiento y agradecimiento a los que fueron mis compañeros, es en favor de la inclusión, primero por ser
de los pocos docentes que se atrevieron con la inclusión en el aula aunque
entonces poco o casi nada se conocía de ella, segundo por permitirme disfrutar con mi
trabajo, tercero porque conté con los recursos materiales que necesitaba sin
restricciones ni recortes, cuarto porque el Equipo Directivo y el Claustro de
Profesores facilitaron los cambios
organizativos que ello conlleva y quinto porque el respeto y la tolerancia han
sido principios imprescindibles para poder actuar de forma diferente y poner en
práctica la inclusión.
En cuanto al
primer motivo, he de reconocer que tuve la gran suerte de trabajar en este
centro, que a pesar de no tener un claustro estable y con elevado número de
docentes, me dejaron hacer y colaboraron
en esta labor en la que los estudiantes con necesidades educativas especiales
formaban parte de las experiencias de aula en las Áreas Instrumentales,
Lenguaje y Matemáticas, un enfoque tan desconocido para ellos, e incluso para
mí, porque eran las áreas donde los alumnos con necesidades educativas
especiales estaban excluidos de sus clases o, en el mejor de los casos,
permanecían en ellas realizando fichas de refuerzo desconectados de la realidad
del aula. Reconozco que no siempre, los docentes podemos llevar a la práctica
nuestras ideas innovadoras, bien por desconocimiento, bien por falta de
recursos.
Por ello, digo que tuve una gran suerte de poder
hacer mi trabajo en pos de mis ideales, sin ser objeto de ataques ni boicots,
en un ambiente cordial y relajado, a pesar de las diferencias en posturas
educativas con algunos de los compañeros que había o pasaban por el centro (hay
que tener en cuenta que en los años 90 del anterior siglo, no estaban muy
afianzados los ideales de integración), lo cual me dio un margen de libertad,
al tiempo que me rodeaba con colaboradores y simpatizantes de la inclusión, según
ejemplifico en este mismo blog con algunas experiencias, justificando de esta
manera mi segundo motivo, el de disfrutar de mi trabajo, como así les ocurrió a
los docentes con quienes compartí experiencias. No se trataba de ir a “dar
clase”, eran experiencias en las que el factor humano, las emociones y las
habilidades sociales se desarrollaban en un fluir de vivencias compartidas con
los propios estudiantes. Se establecían lazos de amistad, no sólo entre
nosotros los docentes sino también entre los propios estudiantes y las
familias, hasta los alumnos y alumnas que realizaban sus prácticas con
nosotros, de Servicios Sociales, de Ciencias de la Educación o de
Psicopedagogía, incluso una alumna venida de Argentina que participaba en
proyectos de la UCA, y que visitó mi centro para conocer estos proyectos de
inclusión.
El tercer
motivo, los recursos y su acceso, reconozco que siempre tuve facilidades para
conseguir materiales y recursos que necesité, conocía de otros compañeros especialistas
en otros centros, cómo tenían serias dificultades para conseguirlos, e incluso les
limitaban el uso de la fotocopiadora con un número limitado de copias, que es
lo mínimo que puede exigir un especialista de P.T., porque en una de nuestras
funciones, adaptación de materiales, la fotocopiadora nos facilita la labor, aún recuerdo cuando
utilizaba la conocida “Vietnamita” para reproducir las adaptaciones a las actividades
escritas. En tantos cursos, podría poner múltiples ejemplos en este sentido,
citaré sólo algunos por lo significativos que son; recuerdo cuando solicité un
ordenador para el aula donde se encontraba uno de mis alumnos con n.e.e. como
herramienta de trabajo, allá por el año 1997, o la cámara de video con la que
analizábamos nuestras actuaciones en clase, encuadernadora, plastificadora, el
cambio de clase o Aula de Integración, que siempre planteé como aula de
Recursos e Investigación, por una mayor con más espacio,…..por supuesto también
pude contar con materiales didácticos y bibliografía publicados. Una necesidad más cubierta sin problema,
suponía un eslabón muy importante.
Gracias a
este claustro y Equipo Directivo que comprendieron y aceptaron los cambios
organizativos que implicaba la inclusión o integración en el aula, como comencé
denominando. El primer director, Alberto Delso, amante de su trabajo, y los que
le siguieron, Pepe Raya y Manuel Warleta (en la actualidad), los Jefes de
Estudios, Miguel Antón, José Pareja y actualmente, Arturo Romero, el resto de
compañeros que formaban y forman ese claustro tan especial, que aceptaron sin
condicionantes diversos cambios:
- ·
En primer lugar admitir a otro docente en sus
clases, en este caso yo como
especialista de Pedagogía Terapéutica, lo cual podía traer dificultades, pero
no fue así, porque siempre, en cada promoción existían maestras y maestros
dispuestos a ello. Reconozco esta decisión prioritaria porque vengo de una
generación de maestros en el que el “secretismo” en su tarea docente era la
máxima, y quiero que me disculpen si con esta humilde, pero corroborada opinión
ofendo, era la dinámica docente de la época, basada en una enseñanza magistral.
De nuevo gracias a estas maestras y maestros que abrieron sus puertas a otros
docentes y a otros alumnos y alumnas
- ·
El cambio metodológico era evidente, lo cual también
suponía un reto que salvar, porque implicaba un cambio de enfoque y visión de
la enseñanza y el aprendizaje. Se trataba de modificar viejos patrones educativos,
por otros que partían de cada necesidad individual de los estudiantes, su
participación en el aula, traducido en experiencias que implicaban
agrupamientos diferentes, compartir proyectos, establecer situaciones de comunicación
y aprendizajes compartidos, Quizás profundice más en este tema, pero no aquí.
- ·
Realizar agrupamientos flexibles entre e inter
ciclos, lo que significaba que tenían que aceptar en su clase para las sesiones
de inclusión, estudiantes de otros cursos, ya sea del mismo o de otros niveles,
con el “agravante”, por lo desconocido
del tema, de que estos estudiantes eran de necesidades educativas especiales y
se sumaban a los que ya tenían en su tutoría, tanto ellos como yo formábamos el
grupo de “invitados” a ese aula.
- ·
Aumentar la ratio en los cursos donde no había
alumnos con necesidades educativas especiales y disminuirla en los cursos donde
se encontraban adscritos. Aunque sólo se pudo hacer cuando el número de alumnos
era menor al permitido por ley (ratio de 25), cuando la ratio aumentó, la descompensación en el número de estudiantes
en cada grupo era muy notable e inviable hacer este cambio en la misma.
- ·
Adaptar sus clases para posibilitar diferentes
tipos de agrupamiento, espacios para los trabajos y las producciones de los
estudiantes, trabajar fuera del aula…….
La inclusión implicaba muchos cambios
como vemos, el fundamental era el cambio
de mentalidad de los docentes y de las familias en cuanto a la percepción del
aprendizaje de estos alumnos con necesidades educativas especiales, suponía además un cambio metodológico del que
aún no estamos concienciados en profundidad, sin embargo el respeto y la
tolerancia de todos los componentes del claustro, los que han pasado y los que
están, han sido claves para que este enfoque y mi labor inclusiva se haya llevado
a cabo en un fluir de vivencias armoniosas que han hecho de nuestro trabajo
inclusivo se alimentara de ilusión y esperanza hacia un nuevo enfoque educativo
a sabiendas que no era nada fácil. Las críticas y opiniones contrarias siempre
fueron constructivas, necesario para trabajar en un clima de cordialidad y
evolucionar. La colaboración en proyectos inclusivos que planteaba, ya sea a
nivel de aula, ciclo, etapa o incuso con todo el centro, han sido un empuje
para seguir adelante en esta larga trayectoria. Recordaré
proyectos en que esta colaboración ha sido imprescindible, por ejemplo con las
publicaciones, Los Panzapoetas, un proyecto de inclusión con todo el centro, la
revista o publicación informativa NOTIESPAN, en donde necesitábamos de otros estudiantes, docentes e incluso personal laboral del centro
para las entrevistas, encuestas, artículos, crucigramas, y demás secciones de
la misma, o en otros proyectos, “El Libro de los cuentos” (utilizando la
imprenta en su publicación, Los Comics, la semana del Teatro, exposiciones de
arte, investigaciones y juegos matemáticos.
Realmente estos motivos de
agradecimiento son las claves para que la inclusión haya sido posible, por todo
ello valoro y admiro a estos docentes, que dieron un impulso a la enseñanza.
Desde aquí homenajeo a mis queridas compañeras y compañeros, por los momentos
“inclusivos” compartidos, para mí es un lujo nombrarlos:
Mª Luisa
Groso, familiarmente Llilly, la primera maestra que se ofreció y con la que he
continuado hasta el final, Lola Ramos, con la que la inclusión se amplió hasta
con la asignatura de Inglés aprovechando que era especialista de esa tutoría, Salvador
Gómez, Sara Bellón, Manoli Rodríguez, María Borrego, Elena Borrego, Manolo
Warleta, Diego Sanduvete, Arturo Romero,
Inma Barra, Alberto Delso, José Ramón Domínguez, Mª Dolores Baena, José Luis
Montiel, José Luis Toval, Yolanda
Ventura, Toñi Mateo, Charo Valver, Laura Muñoz, Mª Feli Alba, Pepi Ramos, Rafa
Cano, si dejo a alguien en el tintero, mis excusas; sumo a estos el resto de
compañeros y compañeras que colaboraron de forma indirecta en la misma, en E.
Primaria, y a mis compañeras de E. Infantil, que gracias a su trabajo educativo
basado en la metodología de Trabajo por Rincones, hacen que estos aprendices
participen en sus actividades con el resto de compañeros, respetando su ritmo
de aprendizaje, trabajando inclusivamente desde los niveles más básicos.
Durante todos
los cambios de Sistema Educativo que hemos experimentado, nuestra labor fue
defender y practicar la inclusión de los
alumnos con necesidades educativas especiales, reto conseguido. ¡FELICIDADES!
Fue un placer y disfrute trabajar con vosotros y vosotras.
Una vez más
¡Gracias! Os llevo conmigo.